jueves, 11 de septiembre de 2014

LA PESCA.

Un hombre rico veraneaba en un pueblo de pescadores. Cada mañana, solía pasear por la playa, y siempre veía a un pescador dormitando en su barca. Un día se le acercó y, tras los saludos de rigor, le dijo:
- Y usted, ¿no sale a pescar?
- Bueno, sí, -repuso el pescador- salí esta mañana temprano, y no se dio mal.
- Y, ¿no va a salir otra vez?
- ¿Para qué? Ya pesqué lo suficiente para hoy.
- Pero si usted pescara más, conseguiría más dinero, ¿no?
- ¿Y para qué quiero más dinero, señor?
- Bueno, con más dinero podría usted tener un barco más grande.
- ¿Y para qué quiero un barco más grande?
- Pues está claro… Con un barco mayor usted conseguiría más pesca, y más pesca significa más dinero.
- ¿Y para qué tanto dinero?
- Pero… ¿no lo entiende usted? Con más dinero podría comprar varios barcos, y entonces pescaría mucho más, y se podría hacer rico.
- Pero… ¿para qué quiero ser rico?
- Pero… ¿acaso no desea ser rico? Podría usted comprarse una casa bonita, tener un coche, viajar, tener toda clase de comodidades…
- ¿Y para qué quiero yo esas comodidades?
- Pero…, ¿cómo es posible?... Si usted tuviera comodidades y riquezas, entonces podría usted retirarse a disfrutar y descansar.
- Pero caballero…, ¿no ve usted que eso es justo lo que estoy haciendo ahora? 

1 comentario:

  1. Uno de los cuentios más bonitos que he leñído y que no me ha dejado indiferente, hasta el punto, que sí me ha creado algo de confusión. Está bien ser conformista y no avaricioso, pero creo que en esta vida está bien, también, tener un poco de afán por superarse.

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