sábado, 11 de octubre de 2014

LA APARIENCIA.

- Mamá, ¿puedo ir a jugar a la arena?
- Sí, hija mía, pero no te alejes mucho.
Al cabo de un rato, la madre vio a una vieja andrajosa que caminaba por la orilla del mar. De vez en cuando, se agachaba y cogía algo de la arena, que después introducía en un saco. Asustada ante la extraña anciana, la madre llamó a su hija para que regresara junto a ella, y lo mismo hicieron otros padres con sus hijos.
Lo que nunca supo nadie fue que aquella anciana recogía los cristales de la arena para que la gente no se lastimara los pies. 



1 comentario:

  1. No se me ocurre decir otra cosa que "El hábito no hhacee al monje". o sea, no hay que dejarnos llevar por las apariencias.

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