jueves, 12 de febrero de 2015

LA TEMPESTAD.

(ANTHONY DE MELLO)

Un rico majarajá de la India se hizo a la mar y, al poco rato, se desató una gran tormenta. Uno de los esclavos de a bordo comenzó a llorar y a gemir de miedo, porque era la primera vez que subía a un barco. Su llanto era tan insistente y prolongado que toda la tripulación comenzó a irritarse, y a punto estuvo el majarajá de arrojarlo personalmente por la borda.


Pero su primer consejero, que era sabio, le dijo: “No. Dejadme a mí ocuparme de él. Creo que puedo curarlo”.


Y ordenó a unos cuantos marineros que arrojaran a aquel hombre al mar atado con una cuerda. En el momento en que se vio en el agua, el pobre esclavo, totalmente aterrorizado, se puso a chillar y a debatirse frenéticamente… Al cabo de unos segundos, el sabio ordenó que lo izaran a bordo.


Una vez en cubierta, el esclavo se tendió en un rincón en absoluto silencio. Cuando el majarajá quiso saber a qué se debía semejante cambio de actitud, el consejero le dijo:
“Los seres humanos nunca nos damos cuenta de lo afortunados que somos hasta que nuestra situación empeora”. 


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1 comentario:

  1. Y es verdad, que nunca estamos a gusto como estamos; mejor dicho, con lo que ya tenemos, queremos tener más y mas y más... Y no nos damos cuenta que, la felicidad consiste, no en tener mucho, sino en disfrutar de lo que ya tenemos.

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