domingo, 1 de febrero de 2015

UN HOMBRE LIBRE.

(RABINDRANTH TAGORE)
Era joven y me sentía fuerte. Aquella mañana de primavera salí de casa y grité:
-“Yo estoy a disposición de quien quiera emplearme”.
Me lancé al camino empedrado. En aquel mismo momento pasaba el rey, erguido en su carroza, con la espada en la mano y seguido por mil guerreros.
-“Te tomo yo a mi servicio –dijo el rey-, y en compensación, te daré parte de mi poder.”
Pero yo no sabía qué hacer con su poder. Y lo dejé irse.
-“Yo estoy a disposición de todos. ¿Quién me quiere?”
En la tarde soleada, un viejo pensativo me paró, y me dijo:
-“Te tomo para mis negocios. Y te compensaré con rupias sonantes”.
Y comenzó a pagarme con monedas de oro.
Pero yo no sabía qué hacer con su dinero. Y me giré hacia otra parte. En la tarde llegué cerca de una casucha. Se asomó una hermosa muchacha y me dijo:
-“Yo te tomo y te compensaré con mi sonrisa”.
Yo quedé pensativo, preguntándome cuánto dura una sonrisa.
Mientras reflexionaba la sonrisa se apagó, y la niña desapareció en la sombra. Pasé la noche extendido en la hierba. Al amanecer estaba lleno de rocío.
-“Yo estoy a disposición… ¿quién me quiere?”
El sol brillaba en la arena, cuando vi a un niño que jugaba con tres conchas, sentado en la arena. Al verme levantó la cabeza y sonrió, como si me reconociera.
-“Te tomo yo, y a cambio no te daré nada.”
Acepté el contrato y comencé a jugar con él. A la gente que pasaba y preguntaba por mí, le respondía:
-“No puedo, estoy ocupado”. Y desde aquel día, me sentí un hombre libre. 

1 comentario:

  1. El mérito de la pobreza no está en no poseer nada, sino en no tener apego por las cosas de la tierra.
    No hay que ser esclavos de nada que no lleve el sello de Dios; o lo que es lo mismo, del amor.

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