domingo, 1 de marzo de 2015

EL RABINO.

(ANTHONY DE MELLO)
Le intrigaba a la comunidad judía de aquella ciudad el que su rabino desapareciera todas las semanas la víspera del sábado. Todos le consideraban un buen judío y presentían que el sábado no realizaría ningún trabajo, tal como estaba mandado por la religión judía, sino que se dedicaría a la oración y la contemplación de Dios.
Sospechando que el rabino se encontraba en secreto con Yavé, encargaron a uno de sus miembros que le siguiera y fuera testigo de sus encuentros con Dios… así podrían considerarle como un santo.
Y el “espía” comprobó que el rabino, llegado el sábado, se disfrazaba de campesino y atendía a una mujer pagana paralítica, limpiando su cabaña y preparando para ella la comida del sábado.
Cuando el “espía” regresó, la comunidad judía le preguntó:
“¿Adonde ha ido el rabino? ¿Le has visto ascender al cielo?”.
“No”, respondió el otro, “ha subido aún más arriba…” 

1 comentario:

  1. «El que no vive para servir, no sirve para vivir». Está bien orar, pero si queremos encontrar a Dios, lo hallaremos antes ayudando al que nos necesita.

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