jueves, 8 de junio de 2017

EL CÁNTARO.


CUENTO DE BURUNDI. 

Cuando el 13º hijo vino al mundo (los otros 23 ya habían muerto), Papá y Mamá Mocambi se miraron el uno al otro estupefactos. En efecto, no era un niño como los otros. Era un Cántaro.

 
 ¿Qué hacer? No podía ser otra cosa más que un cataclismo, aquel utensilio, aquel hijo.

Decidieron marcharse todos, padre, madre, abuelos, domésticos; abandonaron la casa, dejando dentro a aquel monstruo indeseado. Pero el Cántaro, pobrecito, los seguía rodando y gritaba:

— ¡Papá y mamá del Cántaro, esperad a vuestro Cántaro!

Cuanto más gritaba, más corrían los otros, hasta que una ráfaga de viento agarró al Cántaro transportándolo al corazón de la floresta. 

La familia creyéndose liberada para siempre de aquella pesadilla, pidió asilo al príncipe de la región.

Ahora bien, sucedió que muchos años después, el príncipe pasó precisamente por aquella floresta y descubrió entre las zarzas al Cántaro abandonado.

— ¡Qué bello es! –exclamó, y lo hizo llevar al palacio para adornar el salón de entrada.


Sucedió entonces un hecho extraño.

Cada vez que el Cántaro quedaba solo aparecía de repente una graciosa niña, que enseguida se preparaba para barrer, quitar el polvo y poner en orden el palacio. De manera que los siervos encontraban ya el trabajo hecho.

La cosa fue descubierta por el Príncipe que, sin decirlo, se enamoró inmediatamente de una criatura tan rara y preciosa.

— ¡Sal del reino de los muertos y entra en el de los vivos! –le dijo; después la hizo sentarse en el trono junto a sí, para que fuese su esposa.

También la familia Mocambi fue llamada a rendirle honor.

Pero ella, volviendo de nuevo a esconderse en su Cántaro, empezó a gritar:

— ¡Papá y Mamá del Cántaro, esperad a vuestra hija!

Después, saliendo fuera añadió:

— Nunca volváis a abandonar a un hijo vuestro: es un ser humano que tiene que ser tratado como los otros. ¡Aquel que a vosotros os parece un Cántaro, puede contener dentro una Reina.

1 comentario:

  1. Un canto por la vida, nos enseña que lo importante no es ser guapo ni feo, tampoco listo ni tonto, es ser bueno y no malo.

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